Dejar olvidado un muñeco de peluche, el bolso o el teléfono móvil es bastante común en el transporte público.
¿Pero quién se deja una dentadura postiza, una prótesis o unos implantes mamarios en un vagón de metro? ¿Y quién su vestido de novia?
La BBC visitó el departamento de objetos perdidos que Transporte de Londres (TFL, por sus siglas en inglés) tiene en sus oficinas en Londres.
Lo primero que se hace cuando un objeto extraviado llega a la oficina es introducir todos los detalles de éste en un sistema informático convenientemente llamado Sherlock, por el personaje del detective británico Sherlock Holmes.
Después se le coloca un rótulo con su descripción y una fecha.
Además, se le adhiere una etiqueta roja si fue hallada en un taxi, blanca si la encontraron en un autobús y amarilla si fue recogida de un tren o una estación.
El "top cuatro"
Entre los objetos almacenados en el edificio de tres plantas predominan los celulares. Hay exactamente 20.309.
También abundan las carteras (11.580), los paraguas (10.908) y las llaves (10.790).
Pero también se pueden encontrar cosas como un pez globo disecado y una máscara de gas.
Incluso la cabeza de un maniquí para peluquería, con el que el estilista practicó cortes de pelo hipster.
William Mombot lleva ocho años trabajando en la oficina, y dice: "Siempre buscamos identificarlos y devolvérselos al dueño".
Para evitar que los objetos en cuestión caigan en manos equivocadas, "les decimos que podríamos tener algo que les pertenece, en lugar de decir qué es lo que tenemos".
Cerca de una cuarta parte de las piezas que llegan a la oficina terminan siendo devueltas a sus propietarios.
Y en cuanto a los teléfonos móviles, la mitad de ellos vuelven a las manos de sus dueños.
Los que no tuvieron esa suerte permanecen en sobres marrones acolchados.
¿Más honestos o despistados?
Que sean estos aparatos los que se amontonan en una oficina de objetos perdidos es un signo del cambio de los tiempos.
Y también "ha habido un gran aumento de tabletas y libros electrónicos", informa Mombot.
De hecho, en general este año han sido entregados en la oficina más objetos extraviados que en cualquiera de los últimos 40 años.
Quizá se deba a que los londinenses están siendo más honestos, o simplemente a que son cada vez menos cuidadosos con sus pertenencias.
Después de tres meses, los artículos no reclamados se envían por un tobogán en espiral al piso más bajo de la oficina.
Final feliz
La mayoría de los objetos son donados a organizaciones benéficas como el Ejército de Salvación y la Cruz Roja Británica.
Los demás son reciclados, eliminados, o subastados.
Y en caso de que se pregunten qué ocurre con los osos de peluche que no se reclaman, prepárense para un final feliz.
Este año el Ejército de Salvación entregará más de 200 peluches, muñecas y coches de juguete extraviados a niños que de otra manera no hubieran recibido su regalo de Navidad.
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